Pensar en
el gobierno de un país y su relación con algo que supuestamente intenta
eliminar, suele ser pensar en buenos y malos, pero cada día es más evidente que
el principal enemigo podría ser el principal amigo de los malos gobiernos, o
mejor dicho de las clases dominantes que acaparan el poder para su beneficio.
Todos los
días en los noticieros se escucha mencionar los golpes asestados al
narcotráfico, que según dicen también, en esos noticieros, algunos ministros o
presidentes del Gobierno esos son resultados de la “Guerra contra el narcotráfico”
y dependiendo el lugar les llaman ofensivas contra las “Guerrillas
narcoterroristas”.
Sin
embargo, el tiempo se ha encargado de desenmascarar las relaciones
del narcotráfico con beneficios de las elites que también tienen sus garras
aferradas al control político. Es sabido que el narcotráfico ha involucrado
encubrimiento de lazos con personajes de los gobiernos, y en este país queda
muy evidente con los recientes cuestionamientos que ha tenido la presidenta
Laura Chinchilla al respecto.
El lavado
de dinero proveniente del narcotráfico es un proceso en los que se han visto
implicados bancos y grandes de negocios. El narcotráfico se ha convertido en uno de
los mercados más poderosos y como tal influye marcadamente en las acciones y
omisiones que toman las personas a cargo del Gobierno.
Además,
en nuestro país como en otros países de nuestra Latinoamérica, destacando el
caso cercano de México, el imperialismo estadounidense ha encubierto una
ofensiva de expansión de su control político y militar bajo la fachada de
“Guerra contra el narcotráfico” y concretamente en los países bajo “Planes
Nacionales Antidrogas”. ¿De qué política “antidrogas” están hablando, si se
gastan miles de millones en publicidad sobre el alcohol y el tabaco siendo de
los principales problemas de salud pública? ¿Cuál política antidrogas si del
lavado de dinero que produce el narcotráfico se alimenta el mercado que esos
mismos gobiernos neoliberales defienden?
El
verdadero narcoterrorista es el Imperialismo Norteamericano, y los gobiernos
afines que aplican estas alianzas “antidrogas”, que aumentan impuestos, reducen beneficios sociales, acaparan poder político, militarizan, desfinancian la
educación y, promueven políticas públicas que favorecen la venta de nuestro país
a manos extranjeras.